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El 7 de agosto se celebra el Día de San Cayetano, una de las figuras más veneradas de la tradición católica argentina. Considerado el patrono del pan y del trabajo, miles de fieles lo recuerdan con oraciones, peregrinaciones y misas. En ese marco, el santuario ubicado en Godoy Cruz y Junín se convierte en epicentro de esta devoción popular, donde personas de toda Mendoza se acercan para agradecer o pedir por un empleo digno, alimento o estabilidad económica.
San Cayetano nació en Vicenza, Italia, en 1480. Hijo de una familia noble, quedó huérfano de padre a temprana edad y fue criado por su madre, quien lo educó con fuerte dedicación religiosa. Estudió en la Universidad de Padua, donde obtuvo doctorados en Derecho civil y canónico, y más tarde se trasladó a Roma. Allí se desempeñó como secretario privado del papa Julio II y fue nombrado notario de la Santa Sede.
A los 33 años fue ordenado sacerdote. Tal era su respeto por la misa, que pasó tres meses preparándose antes de celebrarla por primera vez. En Roma integró una asociación llamada Del Amor Divino, orientada a ayudar a los pobres y a vivir una fe más profunda. Preocupado por el deterioro espiritual de su tiempo, fundó junto a otros religiosos la Orden de los Teatinos, con el objetivo de fomentar una vida sacerdotal austera, comprometida y solidaria.
San Cayetano renunció a todos sus bienes y repartió su herencia entre los más necesitados. Fundó los llamados Montes de Piedad, instituciones que prestaban dinero a personas pobres con intereses mínimos. También dedicaba largas horas al cuidado de enfermos, especialmente aquellos abandonados en hospitales. En más de una ocasión, se cuenta que golpeaba la puerta del Sagrario para pedirle a Jesús ayuda concreta ante la falta de alimentos, y las provisiones llegaban poco después sin explicación.
Fue un ferviente defensor de la caridad, de la Eucaristía y de la infancia de Jesús. Su imagen preferida era la del Niño Jesús, y con frecuencia escribía sobre su deseo de que más personas imitaran el ejemplo de Cristo pobre y humillado. Falleció el 7 de agosto de 1547 en Nápoles, y fue canonizado en 1671.
En Argentina, su figura se arraigó especialmente en contextos de crisis. El templo de San Cayetano, ubicado en el barrio porteño de Liniers, fue construido en el año 1900, aunque recién el 18 de enero de 1913 fue elevado a parroquia. Con el paso del tiempo, se convirtió en uno de los centros de fe más convocantes del país.
Cada 7 de agosto congrega a miles de personas que se acercan con estampitas, cartas, promesas y velas para rezarle. El pedido más habitual es que no falten el pan y el trabajo, motivo por el cual es tan venerado entre quienes enfrentan dificultades económicas.