El gobierno del peronista formoseño, Gildo Insfrán, quien es gobernador desde 1995, está en extrema tensión para la gestión que desde hace años creen como intocable. Luego de que el Presidente Alberto Fernández le sacara la mano y le quitara apoyo en medio del brutal ataque que el formoseño lleva adelante contra el pueblo formoseño, Insfrán se ve cada vez más complicado.
Las protestas se mantienen en las calles, con cacerolas, banderas, carteles de repudio; los comercios están abiertos como un símbolo de desacato ante la medida autoritaria de volver a la Fase 1 y parar la economía provincial sin ver los parámetros más flexibles que llevan adelante, por ejemplo, otras provincias aledañas a Formosa.
Durante la corta visita que hizo el Presidente Alberto Fernández a Mendoza, dijo que la situación de Formosa lo "mantenía preocupado por la violencia institucional que está quedando evidenciada". Era de creer, dado que la visibilidad que tomó la represión en Formosa circuló por todos los medios nacionales y las imágenes son irrefutables. De modo que el presidente eligió por quitarle apoyo a quien meses antes había señalado como el gobernador ejemplar, como el paladín del peronismo.